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Moratoria universal de la pena de muerte: por una justicia que repare e inspire, no que destruya

 

Editorial

Por la Sra. Amina Bouayach

Presidenta del CNDH

 

Hoy hemos alcanzado un hito importante en nuestro camino hacia la abolición de la pena de muerte. El 17 de diciembre de 2024 será arraigado como una fecha histórica en la historia de los derechos humanos en Marruecos, ya que marcó el primer voto a favor de la moratoria universal sobre el uso de la pena de muerte.

 

Esta decisión reafirma el compromiso de Marruecos con la protección del derecho a la vida y la defensa de la dignidad humana. Es una elección soberana, tomada en un momento particularmente significativo. Este año también se conmemora el 20º aniversario de la Instancia de Equidad y Reconciliación, una iniciativa pionera que estableció un modelo marroquí para promover los derechos humanos.

 

La IER abogó por la ratificación por parte de Marruecos del Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, cuyo objetivo es abolir la pena capital.

 

En el II Foro Mundial de Derechos Humanos (Marrakech, 2014), Su Majestad el Rey Mohammed VI elevó la abolición de la pena de muerte al nivel de prioridad nacional, llamando a una reflexión colectiva y profunda que involucrara a la sociedad civil, los parlamentarios y los expertos jurídicos.

 

Ese momento decisivo en 2014 dio un impulso decisivo al movimiento abolicionista en Marruecos, que desde entonces ha perseguido un objetivo claro de defensa: la adopción y el voto a favor de una moratoria mundial sobre la pena de muerte. Este esfuerzo ha sido considerado como un paso hacia la abolición definitiva de la pena capital. La persistente defensa a lo largo de los años finalmente dio sus frutos, sentando las bases para un cambio profundo e irreversible.

 

El Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) es un actor central en esta dinámica. Su activa presencia a nivel internacional, en particular en los congresos mundiales sobre la abolición de la pena de muerte, refleja su firme compromiso en el escenario mundial. Al mismo tiempo, su incansable defensa a nivel nacional pretende promover un sistema de justicia libre de venganzas, arraigado en la convicción y la voluntad resuelta de construir una sociedad marroquí donde la justicia trascienda el castigo y se convierta en una vía para restablecer la dignidad, la libertad y la humanidad para todos.

 

La abolición de la pena de muerte no es meramente una cuestión legislativa; es un imperativo ético y moral, una elección de sociedad para una verdadera justicia. La pena capital no puede ser una solución; al contrario, representa un fracaso colectivo y legitima la violencia que pretende erradicar.

 

Si bien el voto a favor de la Moratoria Universal es innegablemente significativo, debe verse como un paso de transición. Avanzar requiere una reforma legislativa audaz e irreversible, la única manera de incorporar firmemente este progreso en el marco jurídico de Marruecos.

 

A través de este proceso, Marruecos reafirma su elección soberana, voluntaria e irrevocable de alinearse con sus compromisos internacionales, lo que ilustra la inconstitucionalidad de la pena de muerte. Esta decisión marca el comienzo de un nuevo capítulo en la trayectoria del país en materia de derechos humanos, un capítulo en el que la justicia trasciende la retribución para convertirse en la base de una sociedad en la que se respeta y protege plenamente la humanidad de cada ciudadano.

 

La pena de muerte sigue siendo una de las violaciones más graves del derecho a la vida, un derecho fundamental y supremo, sin el cual no puede existir ninguna otra libertad, ningún otro derecho ni justicia. Por eso, esta votación es de suma importancia, tanto para nuestra sociedad como para el movimiento de derechos humanos en Marruecos.

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